Personas que no tienen cordales

Las cordales o muelas del juicio son un dolor de cabeza para más de una persona. Hay quienes comienzan a padecer los molestos síntomas de su erupción entre los 18 y los 20 años. Otros optan por su extracción en una etapa más tardía, cuando empiezan a incomodar o a ocasionar problemas en los dientes adyacentes. Y solo en casos afortunados, simplemente no aparecen. Así que, en efecto, aunque parezca increíble, hay personas que no tienen cordales.

Al igual que el resto de las muelas, la función de los terceros molares es masticar y triturar los alimentos para facilitar la digestión. Sin embargo, rara vez se agradece la emergencia de estas piezas dentales. Básicamente porque en la mayoría de los casos suelen acarrear más complicaciones que beneficios. Al no contar con suficiente espacio en los maxilares, muchas cordales quedan retenidas o parcialmente cubiertas por la encía generado dolor o inflamación.

De igual forma, están aquellos en los que solo erupcionan dos muelas del juicio y quienes viven tranquilamente con sus cuatro cordales. Pero, sin dudas, el caso más curioso y el que abordaremos en este artículo es el de las personas que no desarrollan cordales.

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¿A qué se debe que algunas personas no tengan cordales?

Personas que no tienen cordales

 

Se estima que al menos un 10% de la población no desarrolla terceros molares y que ese porcentaje seguirá en aumento de cara al futuro. Según diversos especialistas, la principal razón de esta variable reside en cambios inherentes al proceso evolutivo natural. Entre los primeros homínidos las cordales cumplían una función clave para masticar tejido vegetal. De hecho, contaban con mandíbulas más grandes para ese cometido.

No obstante, con los cambios en la dieta humana, las mandíbulas se han vuelto más cortas y por ende disponen de menos espacio. Además, las muelas del juicio ya no juegan un papel indispensable en el organismo actual. Por tanto, han dejado de aparecer en la cavidad oral de algunas personas. Aunque se desconoce porque en otras siguen erupcionando, se espera que desparezcan en su totalidad tras completarse dicha transición evolutiva.

Los terceros molares emergen en la parte posterior de la boca y a menudo son las últimas piezas dentales en salir. Esto hace que al tratar de erupcionar no tengan un lugar cómodo para ubicarse dentro del maxilar superior e inferior. Por ello, algunos terminan empujando a los dientes cercanos o desencadenan procesos doloroso e infecciones. Sin embargo, cuando no están a la vista puede ser por al menos por cuatro motivos:

Falta de espacio

Si la persona tiene arcadas muy pequeñas o sus dientes son muy grandes. Lo más probable es que las cordales no lleguen a la superficie con facilidad. Pero eso no quiere decir no estén ahí. En todo caso, la presencia o ausencia de los terceros molares la determinará el dentista con precisión mediante una radiografía panorámica de la boca.

Cordales retenidas

Aparte de la falta de espacio. La inclinación y el mal posicionamiento de las muelas del juicio, puede hacer que estas piezas dentales se encuentren atrapadas bajo la encía o atascadas con algún obstáculo. Por lo que en primera instancia serán invisibles, pero con el paso del tiempo dejan la puerta abierta a múltiples complicaciones. En especial, cuando están retenidas en posición horizontal y diagonal.

Ante estos escenarios lo más probable es que el dentista recomiende la extracción de los terceros molares. Prácticamente como medida preventiva para evitar daños mayores en los dientes vecinos, Debido a que es casi imposible predecir cuándo se presentarán con exactitud los potenciales desplazamientos, infecciones e inflamaciones. Un procedimiento quirúrgico que mientras más temprano se lleve a cabo mejor. Sobre todo, para minimizar los riesgos estarán asociados.

Agenesia dental

La ausencia de una o varias cordales también puede guardar relación con patologías congénitas como la agenesia dental. Una anomalía que se caracteriza por la no formación de determinadas piezas en las arcadas superiores e inferiores de la mandíbula. Y que, entre sus únicos efectos colaterales beneficiosos, es capaz de comprometer el desarrollo y la existencia de los terceros molares

Ausencia por razones evolutivas

Finalmente, como hemos referido en líneas anteriores. Otra de las razones científicas que explican la no erupción de los cordales es la consecuencia del proceso evolutivo natural. O la paulatina desaparición de estas piezas dentales a causa de los cambios en el uso de la estructura temporomandibular y del aparato masticatorio del hombre actual.

¿En cuánto tiempo salen las muelas del juicio?

Las muelas del juicio suelen tardar años en salir por completo. Sin embargo, por lo general, su erupción regular se da entre los 16 y los 24 años. Aunque todo depende de la genética y del crecimiento mandibular de cada persona. Hay casos en los que terminan de ver la luz a los 30 años y otros en los que las cuatro cordales ya se han desarrollados a los 20 años.

Los síntomas que advierten el brote de estas piezas dentales también varían en función de cada individuo. Incluso en una misma cavidad oral, se puede dar el caso de dos terceros molares que emergen sin mayores complicaciones. Mientras que el surgimiento del cuatro se ve acompañado por todos los dolores e inflamaciones típicas de esta fase de la dentición permanente.

Síntomas que delatan la aparición de las cordales

Todos somos diferentes cuando de procesos de desarrollo dental se trata. No obstante, ante la infección de una muela o la erupción de una cordal problemática, los síntomas más comunes ante los cuales debes estar alerta son los siguientes:

  • Encías hinchadas y enrojecidas
  • Sensibilidad dental
  • Dolor mandibular
  • Mal aliento
  • Dolor de oído
  • Fiebre y malestar general

Si presentas alguna estas molestias y el dolor o el malestar se intensifican y te impiden comer o cepillarte con normalidad. No dudes en consultar a un dentista para resolver el problema de raíz. Darle largas a este asunto, solo agravará más la situación.

Problemas asociados a la erupción de los terceros molares

Las muelas del juicio no son tan inofensivas como parecen. Aparte de causar dolor y malestar durante su erupción. Son un potencial foco de bacterias y un caldo de cultivo para las caries. En especial, cuando están tan distantes que ni con el cepillo dental es posible acceder a ellas. Es ese momento en el que se convierten en una verdadera amenaza para la salud bucodental y para la integridad del resto de los dientes.

Aunado a ello, alteran la normalidad de la encía al salir parcialmente cubiertas por este tejido. Desencadenado un proceso inflamatorio en el que hasta el pus puede hacerse presente. En tal sentido, entre las complicaciones más comunes que suele originar la aparición de los terceros molares destacan:

Pericoronaritis

Consiste en una infección ocasionada por la inflamación de los tejidos que rodean las muelas del juicio. Se produce con bastante frecuencia cuando las cordales no cuentan con suficiente espacio para erupcionar y la corona queda algo cubierta por la encía.

Se manifiesta como un intenso dolor y va acompañado por dificultades para masticar y hacer uso de la boca. De no tratarse a tiempo puede derivar en enfermedades periodontales o problemas digestivos.

Caries

Al ser difíciles de limpiar, los terceros molares son un blanco fácil para la acumulación de placa bacteriana. Por tanto, son más propensos a desarrollar caries. En caso, de no poder acelerar su extracción, se recomienda extremar la higiene con enjuague bucal.

Quistes o tumores benignos

En algunas ocasiones durante el brote de las muelas del juicio se forma una especie de bolsa rellena de líquido en torno a la corona. A dicho bulto se le denomina quiste dentígero. Se trata de una lesión benigna que, si bien es totalmente indolora, debe ser extirpada para frenar su crecimiento y evitar malformaciones dentales.

Pese a que son bastante discretos y aparecen en la parte inferior de la mandíbula. Su extracción demanda de una cirugía maxilofacial, en manos de un dentista especializado en cirugía oral.

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