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Los dientes son órganos mineralizados que requieren de calcio para mantenerse en buen estado. De hecho, dentro de los alimentos más recomendados para conseguir una óptima salud dental destacan los lácteos. Tales como el yogur, el queso y la leche, debido a que ayudan a fortalecer el esmalte y previenen la aparición de caries. Además, aumentan la secreción de saliva y reducen la acidez de la cavidad oral. Sin embargo, en personas que sufren de intolerancia a la lactosa garantizar este aporte nutricional puede ser todo un reto.
En especial, porque el organismo de quienes padecen de este trastorno es incapaz de digerir la lactosa. Un tipo de azúcar que se encuentra en todos los productos lácteos y que al no poder ser descompuesta de forma correcta genera nauseas, hinchazón, diarrea, gases y hasta cólicos abdominales. Síntomas muy molestos que obligan a aquellos que los experimentan a suspender parcial o totalmente el consumo de leche y de otros derivados.
Así que si este es tu caso y necesitas saber con qué otras alternativas obtener fuentes genuinas de un mineral tan importante como el calcio. Quédate con nosotros y descubre como sobrellevar y mitigar los efectos de la intolerancia a lactosa en este artículo.
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¿A qué se debe la intolerancia a la lactosa?
Cuando una persona consume lácteos, lo normal es que el intestino delgado produzca una enzima denominada lactasa. Esta se encarga de transformar la lactosa que contiene la leche en dos formas de azúcar más simples a las que se les conoce como glucosa y galactosa. Estos monosacáridos son absorbidos y viajan por el torrente sanguíneo hasta convertirse en energía.
Sin embargo, en esos casos en los que el cuerpo no fabrica suficiente lactasa. Bien sea por deficiencias congénitas, por problemas en el tubo digestivo, por infecciones o por los efectos de ciertos medicamentos como antibióticos. Se origina a lo que nos referimos como intolerancia a la lactosa. Básicamente porque se hace imposible descomponer este tipo de azúcar y por ende se da una malabsorción de dicha sustancia.
Y al no poder ser procesada de manera correcta la lactosa se asienta en el intestino y termina siendo descompuesta por las bacterias. Dando lugar a flatulencias, diarrea, dolor de estómago y a una necesidad constante de ir al baño cada 30 minutos o 2 horas después de ingerir lácteos o productos similares.
¿Qué tan común es este trastorno?
Se estima que alrededor del 80% de la población mundial sufre intolerancia a la lactosa. Con un 95% y un 100% de prevalencia entre americanos y con un 80% y 90% entre africanos, asiáticos, judíos y mediterráneos. Es decir, que se trata de un problema bastante común, que afecta la salud y la cotidianidad de más personas de las que imaginamos. En mayor o en menor medida. Y con una incidencia más alta entre bebés prematuros, aunque también suele presentarse en la edad adulta y en la adolescencia.
De hecho, para algunos profesionales de la salud, este tipo de malabsorción, forma parte de la condición humana y no es considerada una patología de trascendencia. Pero lo cierto es que, si que puede comprometer la salud bucal y la de los huesos. Sobre todo, al no recibir la suficiente cantidad de calcio que demanda el organismo.
La edad avanzada, el origen étnico y el nacimiento prematuro, son factores que aumentan el riesgo de desarrollar intolerancia a la lactosa. Pero también pesan en este sentido las enfermedades que afectan el intestino delgado y ciertos tratamientos oncológicos. Como la quimioterapia o la radioterapia contra el cáncer de estómago.
¿Qué problemas ocasiona la intolerancia a la lactosa en la salud oral?
Tal y como avanzamos en líneas anteriores, el calcio es fundamental para preservar la salud bucodental. No solo porque sirve para mantener los dientes sanos y libres de caries. Sino también porque juega un papel clave en el cuidado de las encías y en la regulación del PH de la cavidad oral. Además, ayuda a prevenir enfermedades periodontales, a fortalecer el hueso de la mandíbula y a reducir el riesgo de sufrir de osteoporosis. Sin contar con las bondades que brinda al fortalecer el esmalte dental.
La relevancia de este extraordinario mineral se evidencia desde la gestación e incluso es indispensable para el desarrollo de la dentición de leche. Al igual que para la formación de los dientes permanentes. Es decir, que un déficit de calcio a cualquier edad supondrá una amenaza inminente para el bienestar de todo tipo de individuo, independientemente del género. En especial, por dejar sin efecto la protección que demandan los dientes y por comprometer el equilibrio de la flora bacteriana en la boca.
En ese orden, aparte de su impacto en los huesos. Te presentamos cuáles son los principales inconvenientes que puede generar la intolerancia a la lactosa en el plano oral:
Llagas
Las aftas o llagas son lesiones enrojecidas y de color blanco que aparecen en el interior de la boca. Y, por lo general, ocasionan molestias y dolor a la hora de hablar, comer o al llevar a cabo el cepillado de los dientes. Suelen manifestarse a raíz de infecciones víricas o causadas por hongos, así como también por los efectos de ciertos medicamentos. Pero, a su vez es un síntoma característico que puede encubrir y delatar una intolerancia a la lactosa.
En muchos casos este trastorno digestivo llega a pasar desapercibido los primeros días en la escena dental. Sin embargo, cuando experimenta ardor en la boca y cuando emergen estas pequeñas úlceras de la nada y con relativa frecuencia. Es pertinente consultar a un especialista.
Sequedad bucal
Otra de las consecuencias de padecer de una malabsorción de la lactosa, es la sequedad bucal. Debido a que los productos lácteos como la leche se ven impedidos de estimular la segregación salival para mantener la humedad necesaria en la cavidad oral. Una alteración que al mismo tiempo suele desencadenar otras afecciones como halitosis y dificultad para tragar los alimentos.
Esto debido a que la saliva funge como un lubricante natural que ayuda a remover los restos de comida y a disolver las bacterias que se quedan entre los dientes. Por lo que su considerable disminución acarrea la inminente presencia del mal aliento.
Decoloración del esmalte
De la mano de las náuseas y los vómitos, derivados de la intolerancia a lactosa y con el aumento de la acidez en el entorno bucal. El esmalte dental es más propenso a erosionarse y a experimentar un deterioro progresivo al entrar en contacto con diversos alimentos. Especialmente, porque al padecer de este trastorno, la función protectora y remineralizante de los lácteos queda prácticamente sin efecto. Resultando casi imposible reequilibrar efectivamente el PH en esta zona del organismo.
Todo ello da como resultado la decoloración de la capa más dura de los dientes e incluso la aparición de manchas que hacen que la sonrisa se torne amarillenta.
Inflamación en las encías
Como hemos reiterado en este artículo, el calcio que se obtiene en mayores cantidades con el consumo de los derivados de la leche. Previene afecciones en el área de las encías y favorece la cicatrización de heridas en los tejidos blandos de la boca.
En ese orden, constituye un excelente aliado para contrarrestar la emergencia de enfermedades periodontales. Tales como la gingivitis y la periodontitis que en estadios avanzados pueden ocasionar la pérdida prematura de piezas dentales. Al generar recesión gingival y dejar expuestas las raíces de los dientes.
Así que quienes presentan un déficit de calcio en el organismo. Corren un mayor riesgo de que sus encías se vean afectadas por inflamaciones o patologías de esta naturaleza.
Sensibilidad dental
Con el progresivo deterioro del esmalte dental al que da paso la intolerancia a la lactosa. Y el aumento de las probabilidades de desarrollar caries o de experimentar fracturas por el desgaste de dicha capa protectora. La dentina puede quedar parcialmente expuesta y esto hará que, a la hora de comer alimentos muy fríos o calientes e incluso ácidos, la persona perciba una creciente sensibilidad dental.
Motiva a que al ingerir cualquier tipo de comida, bebida o alimento. Este entrará directamente en contacto con capas más cercanas a las terminaciones nerviosas de la dentadura y por ende más susceptibles a los cambios de temperatura.
¿Cómo se diagnostica esta condición?
La incapacidad de descomponer la lactosa es un trastorno digestivo que se diagnostica a partir de la presencia de los referidos síntomas. Sin embargo, cada organismo es distinto y no en todos los casos se manifiestas todos estos indicios. Así que si tienes continuos malestares estomacales después de consumir lácteos lo mejor que puedes hacer es solicitar la valoración oportuna de un experto.
El diagnóstico precoz es clave para frenar la escalada de los efectos colaterales y de las complicaciones originadas por la deficiencia de calcio. Por ello, en caso de que no presentes signos concluyentes y para confirmar la presencia de la afección. Lo más probable es que tu médico de cabecera ordene la realización de exámenes de sangre para constatar los niveles de azúcar en el cuerpo después de consumir un vaso de leche.
Aunque también existen otros métodos para detectar esta anomalía como lo son la prueba de aliento o de hidrogeno expirado. Al igual que la endoscopia para determinar si la persona es capaz de digerir la lactosa evaluando la presencia de la lactasa.
Cómo garantizar el aporte de calcio ante este escenario
La intolerancia a lactosa se trata bebiendo menos leche y reduciendo el consumo de productos lácteos. Sin embargo, el organismo debe suplir dichas fuentes de calcio con la ingesta de otro tipo de alimentos. Sobre todo, para minimizar o evitar los estragos que produce el déficit de este mineral. Tanto en la salud oral como en la salud ósea y en el funcionamiento de otros sistemas del cuerpo en general.
Por ello, si se te ha diagnosticado esta condición:
- Apuesta por lácteos libres de lactosa o alternativas vegetales. La leche de almendras, la leche de coco, la leche de soja, la leche de avena y el chocolate negro. Son excelentes alternativas para sustituir a la leche completa en muchas bebidas y recetas. Además, tienen un alto contenido de fibra y ayudan a regular los niveles del colesterol malo.
De hecho, en aras de responder a las necesidades de personas con este tipo de intolerancia. Muchas marcas han apostado por sacar al mercado diversas variantes de leche deslactosada.
- Aumenta ingesta de otros alimentos ricos en calcio. Aparte de la leche y de los derivados lácteos. Existen muchos otros recursos de origen vegetal que constituyen una auténtica fuente de calcio. Es el caso de los vegetales de hoja verde, pero también de las gambas, del tofu, de las almendras y de los pescados grasos como la sardina y el salmón.
- Toma suplementos de lactasa. Este tipo de suplementos ayudan a digerir mejor los productos lácteos y lo mejor de todo es que pueden tomarse sin necesidad de receta. Ahorrándote muchas molestias en términos estomacales.
- Estructura una nueva dieta en colaboración con un nutricionista. La asesoría de un experto en esta área siempre será invaluable para garantizar un correcto aporte de calcio.