Para todas aquellas personas que desean tener una sonrisa sana y estética. Lavarse los dientes al menos dos veces al día es una rutina en la que no deben fallar. Llevar una rigurosa higiene bucal es la piedra angular para prevenir la aparición de caries y de muchas otras enfermedades orales que pueden comprometer el bienestar de las encías. Pero, al mismo tiempo, saber en qué momento llevar a cabo el cepillado es tan importante. Como la calidad de la limpieza que le proporciones a tu boca y este artículo te indicaremos cuándo hacerlo.

A simple vista quizá parezca un hábito muy sencillo. Sin embargo, en la mayoría de los casos muchas de las afecciones odontológicas que padece el grueso de la población. Tienen su origen en fallos o errores comunes en el cepillado de los dientes. Incluso, buena parte del deterioro que experimenta el esmalte dental con el paso de los años puede minimizarse si tomamos medidas adecuadas en este sentido.

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¿En qué momento es pertinente lavarse los dientes?

Lavarse los dientes

A lo largo del día y especialmente después de comer se acumulan múltiples bacterias y restos de alimentos en nuestra boca. Y esos residuos deben ser eliminados de forma oportuna para evitar que se conviertan en placa dental que erosione el revestimiento del esmalte. Así como para mantener a raya la formación de sarro. Una película bacteriana mucho más dura, oscura y pegajosa que, a su vez, puede desencadenar enfermedades en las encías o recesión gingival.

Además, ante el consumo de bebidas ácidas o golosinas con alto contenido de azúcares. Lavarse los dientes de manera apropiada te permitirá prevenir la aparición de caries. Otras de las grandes enemigas de una sonrisa saludable que se encargan de dañar la capa más dura y superficial de las coronas dentales. Para generar fisuras y orificios que suelen dejar expuestas a amenazas externas a otras capas más profundas y sensibles como la dentina.

Por ello, si quieres alargar la vida útil de tus piezas dentales naturales, tanto en la adolescencia como en la adultez. Debes procurar cepillarte sin falta en los siguientes escenarios y periodos:

Después de cada comida principal

Lavarse los dientes

El desayuno, el almuerzo y la cena son los estadios del día en los que lo dientes entran en contacto con una mayor cantidad de agentes externos. Y, por más balanceada que sea la dieta que estemos llevando. Los restos de los alimentos que consumimos dan paso a la formación de bacterias que originan la placa dental.

Por ello, es tan importante lavarnos los dientes de después de cada comida principal. Aunque, lo más recomendables es esperar un tiempo prudencial para cumplir con este compromiso bucal. Sobre todo, cuando se pretende minimizar el riesgo de caries y de patologías periodontales.

No obstante, por la dinámica de trabajo diaria de muchas personas. Es cierto que no siempre es posible cumplir con esos tres cepillados ideales. Así que, en todo caso, deberías cepillarte como mínimo la menos 2 veces al día. Esto te permitirá mantener un sano equilibrio en la flora bacteriana de la cavidad oral. En la que, por supuesto, no puedes olvidar la limpieza de la lengua.

Media hora o una hora después de ingerir alimentos ácidos

Lavarse los dientes

Como avanzamos en el ítem anterior, si bien es recomendable lavarse los dientes tras ingerir alimentos en la cena o el desayuno. Es preciso acotar que resulta contraproducente hacerlo inmediatamente de comer. Debido a que los ácidos de los productos cítricos podrían acelerar el deterioro del esmalte. Surtiendo un efecto totalmente contrario al que deseamos para preservar nuestra dentadura en perfecto estado.

En tal sentido y a fin de minimizar daños en la capa más superficial de los dientes. Lo ideal es esperar entre 30 minutos a 1 hora, para llevar a cabo una efectiva y segura limpieza bucal. De esta manera la saliva tendrá tiempo para requilibrar el PH neutro de la boca. Sin embargo, también puede optar por beber un vaso de agua o por enjuagarte los dientes con agua para acelerar ese proceso.

Este es un dato esencial a la hora de conseguir excelentes resultados. No olvides comentarlo y compartirlo entre tus amigos y seres queridos.

Antes de irse a dormir

Lavarse los dientes

Si existe un cepillado dental al no debemos faltarle por nada del mundo. Es al cepillado que se realiza momentos antes de irnos a la cama. Durante la noche y específicamente mientras dormimos, nuestra boca segrega una menor cantidad de saliva y esto da paso a la proliferación de bacterias causantes de caries e inflamaciones en las encías.

De ahí la trascendencia de acostarnos con la boca lo más limpia posible. A fin de que los residuos de los alimentos no hagan mella en el esmalte y en la coloración de la sonrisa. Asimismo, durante las horas previas al descanso. Lo más apropiado es evitar el consumo de cafeína o de bebidas edulcoradas que contribuyan con dichos daños.

Al menos cada 10 o 12 horas

Pese a que lavarse los dientes tres veces al día es lo preferible. Con que se cumpla con el cepillado dental cada 10 o 12 horas, como si se tratase de un antibiótico. Es más que suficiente para contrarrestar la acumulación de placa bacteriana y la emergencia de complicaciones como la gingivitis y la periodontitis.

Básicamente, porque las limpiezas intercaladas durante esos lapsos ayudarán a barrer oportunamente los microorganismos que se encuentren alojados en la cavidad oral. Y, por supuesto, garantizarán un mayor equilibrio en el PH de la boca.

Errores comunes en términos dentales

Lavarse los dientes

Tener una buena higiene bucal y gozar de dientes sanos no es una meta imposible si se llevan a cabo rutinas de cepillado con constancia. Sin embargo, sí se debe evitar incurrir en ciertos fallos o deficiencias para obtener los mejores resultados. Especialmente, en lo que respecta a las técnicas, a la frecuencia de lavado y a la limpieza de ciertas zonas que son verdaderos focos de bacterias.

En ese orden, te presentamos siete errores habituales que es preciso descartar o corregir lo antes posible para apreciar beneficios notables en tu salud oral:

Cepillarte de forma agresiva

Lavarse los dientes

Si piensas que cepillarte con fuerza hará que tus dientes queden más limpios, estás muy equivocado. Esto solo acarreará problemas de sensibilidad dental y un deterioro prematuro del esmalte. Al igual que lesiones en las encías que avivarán la recesión gingival. Así que desecha por completo esta errada creencia que, lejos de ayudarte, podría causar fisuras en las coronas.

Usar un cepillo dental con cerdas inadecuadas

En el mercado existe una inmensa variedad de cepillos dentales a los cuales echar mano para efectuar una correcta higiene bucal. Y esto no es casual. Cada uno de ellos está diseñado para satisfacer necesidades específicas y serán más o menos adecuados dependiendo del estado en el que se encuentren las encías y los dientes de cada persona.

Están cepillos manuales de cerdas intermedias indicados para personas con bocas sanas. Pero también los de cerdas blandas que son más amigables con quienes tienen una mayor sensibilidad gingival.

Además, es posible complementar el cepillado con diversas variantes eléctricas. Como los de cerdas interproximales que realizan una limpieza más efectiva en zonas de difícil acceso y los de cabezal ortodóncico, ideal para aquellos que tienen brakects. Debes tomar en cuenta todos estos aspectos para elegir el más apropiado para ti.

Apelar a remedios caseros para blanquear los dientes

Lavarse los dientes

Este otro grave error en el que incurren muchas personas por tener una sonrisa más reluciente. Y es que los remedios caseros como el uso del bicarbonato con limón, lejos de ayudarte a blanquear la dentadura. Solo contribuirá con el desgaste del esmalte.

Si tienes manchas amarillas en la superficie dental. Lo mejor que puede hacer es someterte a una limpieza y a un blanqueamiento supervisado de la mano de un especialista. Nadie mejor que el dentista, sabrá orientarte con base acerca de las múltiples soluciones estéticas por las que puedes apostar en función a tus características.

Olvidar el uso del enjuague bucal y del hilo dental

En diversas circunstancias, el cepillo de dientes se queda corto para acceder a todos los espacios en los que se alojan bacterias y restos de comida. Por ello, es fundamental complementar el cepillado con hilo dental y enjuague bucal.

Usarlo al menos una vez al día, dará mayores garantías de una limpieza efectiva en la que no tengan cabida las caries. Y, por supuesto, te brindará una mayor sensación de frescura a lo largo de la jornada.

No limpiar la lengua

La lengua es uno de los principales focos de bacterias en la boca. Incluirla en la rutina de cepillado diario es clave para esterilizar la cavidad oral y para reducir el riesgo de sufrir de halitosis. O de llagas por virus tras el contacto con ciertos microrganismos.

Por ende, bajo ninguna circunstancia debes dejar de lado la remoción de residuos en estas superficies. De ello también dependerá el equilibrio de la flora bacteriana y la disminución del riesgo de infecciones asociadas.

Cepillar únicamente la cara externa de los dientes

Por lo general, las personas centran sus mayores esfuerzos en cepillar el área más visible de la sonrisa. Sin embargo, cuando se trata de prevenir la aparición de caries y de lavarse los dientes correctamente. Remover la placa que se acumula en la cara interna de estas piezas mineralizadas, es parte esencial del proceso.

El sarro y la inflamación de las encías, se presenta sin distingo alguno en estas zonas. Es decir, que demandan de los mismos cuidados que la cara externa de la sonrisa. Lo que implica un barrido con movimientos cortos y envolventes hacia atrás y hacia adelante. Empezando por la mandíbula inferior y pasando por cada una de las coronas.

Abusar de la frecuencia del cepillado y del uso de pasta fluorada

A diferencia de lo que algunos podrían imaginarse. Lavarse los dientes más de tres veces al día puede ser totalmente contraproducente para preservar el esmalte en impecables condiciones.

Además, pasarse de la raya en este sentido podría aumentar la irritación de las encías y resecar la mucosa oral.  Incluso desencadenar una fluorosis dental. Especialmente en el caso de niños menores de 7 años que no usar cantidades mayores al tamaño de un guisante. Una serie de acotaciones que nos llevan a reafirmar y a recordar que ninguno de los extremos son buenos.

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