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Cuando se trata de anatomía bucal, muchos solemos referirnos a las estructuras que integran la cavidad oral de manera muy imprecisa. A excepción de quienes se dedican de lleno a la odontología. Es muy raro que una persona tenga un dominio profundo en materia dental. Sin embargo, conocer e identificar con precisión las partes de un diente. Es parte de la cultura general que todos deberíamos manejar para comprender la importancia que tiene cada una.
Por ello, si desde el colegio o el bachillerato no abordas tópicos de este tipo, no te preocupes. En este artículo te ayudaremos a refrescar todos esos conocimientos. Y gracias a ello, además de volver a hablar con base sobre salud dental. Lograrás optimizar el cuidado de tu sonrisa y la de tus seres queridos de manera más consciente.
Recuerda que se trata de la preservación de las principales herramientas que usamos a diario para masticar, sonreír, hablar y hasta para alimentarnos.
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¿Cuáles son las partes de un diente?
Los dientes son órganos duros y blanquecinos que además de ayudarnos a cortar, desgarrar y triturar los alimentos. Juegan un papel fundamental en términos sociales, fonéticos y estéticos. Se encuentran unidos a los huesos maxilares a través del periodonto y emergen a la superficie traspasando la encía.
En condiciones normales, los adultos cuentan con 32 piezas dentales distribuidas entre la arcada superior y la arcada inferior. Mientras que los niños deben tener 20 dientes de leche. Cada una de estas piezas, tienen nombres específicos y cumplen una determinada función dentro del aparato masticatorio.
Los más visibles siempre son los incisivos. Estos se localizan en la parte frontal y se encargan de cortar los alimentos. Le siguen de cerca, los caninos, que tienen como principal misión rasgar. Luego tenemos a los premolares encargados de triturar. Y, finalmente, en la zona más alejada de la boca, se encuentran los morales que se ocupan de moler y triturar para facilitar la digestión.
No obstante, en términos de naturaleza anatómica, todas estas piezas comparten una misma estructura y composición. Todos los dientes están constituidos por una cara visible e invisible. Aunque algunos prefieran referirse a ellas como la cara externa e interna de los dientes. Lo cierto es que, tanto los incisivos, como los caninos, los molares y los premolares. Cuentan con una corona, un cuello y una raíz.
Y al mismo tiempo, más allá de sus características específicas. Cada uno de ellos posee un esmalte, una dentina, una pulpa, una serie de nervios y vasos sanguíneos, un cemento radicular y un conjunto de fibras que dan forma al ligamento periodontal.
En ese orden, empezaremos por definir las tres partes fundamentales en las que se divide todo diente:
Divisiones primarias
Corona
Es la porción más visible de las piezas dentales y la superficie que hace posible el proceso de masticación de los alimentos. Su apariencia y acabado varía de acuerdo a la función que cumple cada tipo de diente. Bajo esa lógica podemos hallar coronas achatadas, alargadas y hasta puntiagudas.
Además, en este segmento del diente podemos distinguir al menos dos partes. La cúspide que es la zona más alta y el surco, que vendría siendo la zona media.
Cuello o zona cervical
Corresponde al tramo del diente que funge como unión entre la corona y la raíz. En este punto toda pieza dental inicia su contacto con el tejido gingival. Situándose específicamente en el borde de la encía. Por ello, se trata de una de las secciones que más demanda de una eficiente higiene bucal. A fin de evitar la acumulación de sarro y placa bacteriana que pueda provocar una enfermedad periodontal.
Raíz
La raíz o las raíces son las terminaciones que se encargan de soportar los dientes. Y a su vez permiten que la pieza en cuestión logre incrustarse en el hueso maxilar. Aunque a simple vista no lo parezca, es el fragmento más grande del diente. Este único segmento constituye las dos terceras partes del mismo.
Aunado a ello, dependiendo el tipo de diente, las raíces pueden ser más extensas o ramificadas. Los incisivos, por ejemplo, tienen una sola raíz. Pero los premolares y los molares por su función y distinción se caracterizan por tener varias.
La raíz es en esencia una porción que está unida a la corona mediante el cuello y al mismo tiempo se encuentra rodeada del ligamento periodontal y el cemento. El ligamento periodontal es el tejido que le brinda sujeción a los dientes y a la vez los protege de lesiones traumáticas.
Pero además de dichas divisiones, a nivel estructural los dientes están compuestos por otros elementos de gran valor que describiremos a continuación:
De los tejidos externos a los internos
Esmalte
El esmalte dental, también conocido como tejido adamantinado, es la capa protectora más dura y visible que cubre las piezas dentales. Este, está formado por un alto porcentaje de hidroxiapatita, una sustancia rica en fosfato cálcico que le confiere dureza, colágeno y resistencia a la superficie de los dientes.
Su principal función es protegerlos de los patógenos y de las bacterias que podrían ocasionar un daño o deterioro progresivo. Como las fracturas que generan las caries y la gingivitis que con su avance dejan expuestas zonas más sensibles como la dentina.
Dentina
Como señalamos en el ítem anterior, la dentina es un tejido mucho más delicado que el esmalte. Básicamente por ser una zona que está más cerca de las terminaciones nerviosas. Este se encuentra justo debajo de la capa más dura de los dientes y está formada por pequeños canales microscópicos que entran ligeramente en contacto con la pulpa.
Por ello, cuando queda parcialmente privada del esmalte, las personas empiezan a experimentar cierto grado de sensibilidad dental. Especialmente ante la ingesta de alimentos y bebidas frías o calientes. De resto, constituye una capa de color amarillento que, además se encarga de aportarle color a la corona, debido a que el esmalte es traslucido.
Está compuesta por un 70% de hidroxiapatita, un 20% de materia orgánica y un 10% de agua.
Pulpa
Es la estructura más blanda y sensible del diente. En su interior se encuentra el nervio, los vasos sanguíneos y el tejido conectivo. Sus principales funciones son proporcionarle vitalidad al diente, así como protegerlo de estímulos como el calor y el frío induciendo una respuesta reactiva en la dentina. Aunque también participa en el proceso de desarrollo dental, nutriendo la pieza hasta la formación del resto de las capas.
Los daños y las infecciones en esta zona son de especial cuidado, ya que podrían provocar la muerte del nervio del diente. De ahí, la importancia de tratar las caries en sus fases tempranas y de no dejarlas avanzar hasta este punto.
Cemento
El cemento dental o cemento radicular es la capa mineralizada más parecida al hueso que recubre la raíz del diente y la protege. Además, sirve como superficie de fijación para anclar el ligamento periodontal al hueso alveolar.
Se trata de un tejido amarillo claro que se forma continuamente a lo largo de la vida. Y que se va volviendo más delgado mientras más se va acercando al cuello del diente. Está compuesto por minerales orgánicos y cristales de apatita, al igual que por colágeno, glucoproteínas y agua.
La pérdida de este material aumenta las probabilidades de sufrir de sensibilidad dental y al mismo tiempo acelera la recesión de las encías.
Ligamento periodontal
Es la estructura vascularizada que amortigua la fuerza que hacen los dientes a la hora de apretarlos o masticar. Rodea la raíz y su principal función es protegerla, aunque también le aporta cierta movilidad ante presiones intensas que sobrepasan la capacidad de resistencia.
De igual forma, contribuye con el adecuado crecimiento y erupción de la dentadura. De hecho, sin este tejido sería imposible lograr el desplazamiento correctivo de las piezas dentales en las que se aplica ortodoncia. Aunado al hecho de que minimiza los daños por rechinamiento en casos de bruxismo.