En la actualidad el uso de piercings es una práctica muy extendida entre los jóvenes. En su afán por construir una imagen con estilo, por estar a la moda o a modo de expresión. Muchos optan por hacerse perforaciones corporales. Sin embargo, el piercing oral es de especial cuidado por las implicaciones que tienen en la salud bucal. La lengua y los labios son las zonas más comunes en la que se realizan. Y aunque a simple vista parezcan inofensivos, pueden causar daños en los dientes, inflamar las encías y hasta desencadenar infecciones.

La principal razón por la que la mayoría de los médicos desaconsejan las perforaciones orales, radica en que se son un caldo de cultivo para las bacterias. Aunado a ello, aumentan los riesgos de desarrollar maloclusiones, traumatismos dentales, retracción de encías y pérdida de dientes. Sin contar con que, en ocasiones, dichos agujeros ocasionan lesiones en los vasos sanguíneos o en los nervios. Además de ser de lenta cicatrización por la humedad de la cavidad oral.

No obstante, si pese a estas consideraciones ya te has hecho un piercing. Te recomendamos la lectura de este artículo, en el que se profundizará en las consecuencias de su uso. En rol del dentista para darle seguimiento a la pieza y en las medidas de higiene que debes extremar.

 

¿Qué es un piercing oral?

Un piercing oral es un elemento decorativo que implica la perforación de un tejido externo o interno de la boca. Debido a la zona en la que se le realiza, suele asociarse con el poder y el placer sexual. Titanio, acero quirúrgico, oro, silicona y acrílico, son los materiales que se utilizan para diseñar estas joyas. Aunque estos últimos dos recursos son los menos recomendados.

Dichos accesorios vienen dados en forma de pendiente o aros. Los de la lengua, por lo general, atraviesan el órgano y llevan dos terminaciones esféricas. Mientras que en los de labios predominan más los extremos puntiagudos. Al igual que el cuerpo de la argolla, estas aplicaciones se consiguen en distintos materiales, colores y formas.

A pesar de su uso actual, los piercings no son una manifestación novedosa para la sociedad. Ya desde las culturas egipcias, romanas, mayas y aztecas, se empleaban como símbolos distintivos de determinados rangos sociales. Y a lo largo de los años esos significados y connotaciones han venido mutando. Hasta llegar a adoptarse como una mera tendencia por moda, sin medir o prever sus efectos colaterales.

¿En qué zonas de la boca se disponen?

Al sopesar la colocación de un piercing oral, son varios los aspectos que se tienen en cuenta. Empezando por definir el área de la boca a perforar y el tipo de pendiente que guarda correspondencia con la misma. Hay quienes son más conservadores y apuestan por un piercing de labio o de lengua. Mientras que otros más arriesgados o con gustos “raros” se decantan por las mejillas, las encías o la campanilla.

Cada uno supone riesgos y procedimientos distintos que te desglosamos en detalle a continuación. Para que te lo pienses dos veces antes de dar un paso como este.

Lengua

Las perforaciones de este tipo se llevan a cabo en la parte central de la lengua. Por tratarse de una zona sensible, con numerosas terminaciones nerviosas, tiende a ser un proceso delicado. Tocar alguna de las venas que se encuentran en la base del órgano, por un mal cálculo, podría provocar un daño vascular. Además de un abundante sangrado.

Los piercings de lengua tienen al menos seis variantes. Entre ellos destacan el central, el de punta, el venom, el horizontal completo, el surface y el sublingual. Sin importar cual se posea, quienes ostenta este accesorio deben evitar beber alcohol y fumar para no contaminar el orificio.

Labios

Por pequeño que sea el agujero, los piercings de labio tampoco escapan de las infecciones por una mala higiene bucal. Pese a ser un de los más aclamados, generan un desgaste de las encías y suelen dar paso a la formación de llagas. Al abrirlo por primera vez se corre el riesgo de ser alérgico a los metales y de atrofiar algunos nervios de manera temporal o permanente.

Dependiendo del lado en el que se realice la perforación. Así como de si se escoge entre el labio superior o inferior, se hablará también de 6 tipos de piercings de labio. Madona, Medusa, Monroe, Ashley, Side Labret y Labret.

Mejillas

Se trata de una perforación facial, con el que se busca enfatizar el aspecto. Los hoyuelos y las áreas de los pómulos cercanos a la mirada son los puntos más frecuentes en los que se disponen. No resulta una intervención sencilla, ya que son muchos los nervios, arterias y vasos sanguíneos presentes en la mejilla. Una mala praxis puede originar una hemorragia, entumecimiento y hasta parálisis facial.

Aunado a ello, es una de las modificaciones corporales más dolorosas, debido al grosor de la capa que se debe romper para insertar el piercing.

Encías

La encía de por sí es uno de los tejidos más delicados y sensibles de la boca. Si a ello le sumamos una aplicación metálica ajena al cuerpo, lo más probable es que se vea alterado su bienestar. Por lo general, esta argolla se cuelga del frenillo superior de la encía y solo es visible cuando se sonríe.

Conlleva notables molestias al comer y tiene contraindicado el consumo de ciertos alimentos, como el picante. Respecto al cepillado demanda de mayores cuidados para no enredar por error el cepillo con la argolla. Y de retirarlo, se debe verificar que no se tenga pus.

Campanilla

Es el menos común de todos y como su nombre lo indica se coloca en la úvula. Ese pequeño tejido que cuelga en la parte posterior de la boca. Como han imaginarse es una de las perforaciones más dolorosas. Y entre los problemas que ocasionaría una infección o inflamación de la úvula, destacan dolor de garganta y dificultad para tragar. Dando paso, asimismo, a una sensación de tener algo atascado en la garganta.

¿Qué problemas en la salud oral acarrean los piercings?

Teniendo en cuenta lo que supone cada una de las perforaciones de esta naturaleza. Es pertinente precisar las complicaciones puntuales que originan los piercings en la cavidad oral. A fin de tener un panorama más amplio de los daños o alteraciones que induce su presencia en la salud bucodental de las personas.

Más allá del dolor y la inflamación habitual que produce el abrirse un orificio en zonas de estrecha relación con la boca. Estas aplicaciones de corte estético, traen consigo consecuencias que trascienden, incluso, los riesgos de ponerse en manos de un perforador novato. O de acudir a un lugar en el que no se esterilizan correctamente los instrumentos.

Avivan la inflamación de las encías, debilitan el esmalte y ponen en riesgo la estabilidad de los dientes. Dicho en otros términos, estimula el desarrollo de patologías y afecciones que se buscan prevenir y tratar a diario desde la odontología, generando:

Recesión gingival

Al mover la boca las tachuelas de los piercings impactan constantemente contra las encías y el hueso. Ese roce reiterativo a largo plazo daña la mucosa gingival y hace que se retraiga, dejando la raíz de los dientes expuestas.

Traumatismos dentales

El choque continuo de los pendientes de metal contra los dientes da lugar a desgastes del esmalte, astillamientos y microfracturas de algunas de las piezas.

Enfermedad periodontal

Los piercings orales favorecen la acumulación de placa bacteriana y sarro. Un escenario perfecto para la aparición de la gingivitis y la escalada de la periodontitis.

Halitosis

Dependiendo de la ubicación del piercing se puede hacer más difícil la limpieza de ciertas zonas de la boca. Por tanto, en algunos espacios se quedan restos de comida, que a larga expiden un mal olor.

Maloclusiones dentales

La presencia de un cuerpo extraño en la cavidad oral altera el equilibrio de la lengua y con ella el posicionamiento de los dientes.

Alteraciones en el habla

Los pendientes que se usan para traspasar la lengua, en ocasiones, modifican la pronunciación de las palabras. En especial aquellas que terminan en r,s y l.

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