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Restarle importancia a un problema de salud bucodental es dejarle la puerta abierta a complicaciones mucho más graves en el futuro, que pueden derivar tanto el desarrollo de enfermedades periodontales como la pérdida de un diente. Pese a su prevalencia en el mundo, la caries dental es una enfermedad subestimada por la población. Algunas personas no son conscientes de la multiplicidad de patologías secundarias a la que se exponen por posponer el tratamiento de esos orificios que atentan contra los dientes. Lo mismo ocurre con la higiene dental. A menudo se piensa que prescindir del cepillado nocturno o después de cada comida, no tendrá mayores consecuencias en la boca, pero lo hechos demuestran que no es así.
Si tienes fiebre, malestar, experimentas dolor y sensibilidad dental al consumir alimentos o bebidas frías y calientes, no localizas con facilidad el diente que te molesta, sangras al cepillarte, la coloración de tus dientes se torna marrón o negra, notas la formación de un bulto o protuberancia en zonas puntuales del interior de la boca, tienes mal aliento o si simplemente adviertes el crecimiento de una pequeña bolita en la encía, debes hacerte revisar cuanto antes por el dentista para confirmar o descartar si todas esas dolencias son producto de una pulpitis.
La pulpitis no siempre se manifiesta de la misma forma, hay quienes al principio no presentan síntomas que permiten identificarla con claridad, sin embargo, apenas aparecen es clave prestarles atención y tratar lo que los origina, para evitar la muerte pulpar o la necrosis pulpar. Por lo general, la pulpitis es ocasionada por caries avanzadas que destruyen el esmalte, traspasan la dentina y llegan al nervio o la capa más sensible del diente, aunque también es el resultado de una higiene deficiente, de traumatismos, de bruxismo y de tratamientos dentales mal aplicados.
Si te interesa atacar a tiempo esta enfermedad e impedir que se extienda a las encías, sigue leyendo este artículo en el que te explicaremos en qué consiste la pulpitis, cuáles son las secuelas o daños más graves que provoca en el organismo, cómo inciden sus principales causas, qué métodos se utilizan para diagnosticarla, en qué estadios podemos hallarla y cuáles son los tratamientos aplicados por el experto para solventarla.
¿Qué es la pulpitis?
La pulpitis, también conocida como hiperemia pulpar, es una infección bacteriana que genera la inflamación de la pulpa dental o de ese tejido blando, nervioso y celuloso que contiene vasos sanguíneos y tejidos conectivos que se encuentra en el interior de los dientes. Constituye una patología endodóntica, debido a los procedimientos que se aplican para subsanarla cuando llega a un estadio irreversible, en donde a fin de preservar la pieza afectada o evitar su pérdida total se extrae la pulpa comprometida y se rellena o sella con material inerte.
Debido a que la caries es la principal causa de la pulpitis, tanto hombres, como mujeres, niños, adolescentes y adultos mayores corren el riesgo de desarrollarla si no se frenan y resuelven de manera oportuna los estragos de dicha afección primaria. En otras palabras, simplemente son más propensos a padecer pulpitis aquellas personas que tiene una mala higiene bucodental y, por su puesto, quienes no acuden con regularidad al odontólogo para sus revisiones y limpiezas de rutina.
La pulpa dental es como el corazón de los dientes y a través de las prolongaciones odontoblásticas, que son células especiales, nutre la dentina y mantiene la vitalidad de los mismos. Tiene una función protectora y reparadora, siente todos los cambios térmicos y envía una señal sensorial de advertencia cuando cualquier pieza está sufriendo algún daño, induciendo la formación de la dentina reactiva.
El ingreso de bacterias a la pulpa dental la hace más vulnerable y por estar rodeada de un tejido duro, cuando se inflama no puede expandirse, incrementándose la sensibilidad ante estímulos como el calor y el frío, alterando progresivamente el color de los dientes y expresándose en abscesos para expulsar los líquidos que segrega a causa de la infección.
¿Qué complicaciones acarrea la pulpitis?
Más allá de la pérdida del diente y de enfermedades periodontales como la gingivitis y la periodontitis, las secuelas infecciosas de la pulpitis, avivan la escalada de la inflamación de las encías y la elevan a periodontitis apical, una inflamación más aguda que compromete el tejido que rodea la raíz de los dientes.
De igual forma, estimula el surgimiento del absceso periapical y al este propagarse por la cara, tiene la posibilidad de convertirse en una celulitis facial (una hinchazón o enrojecimiento de una zona del rostro que amerita de atención médica inmediata), mientras que, en contados casos, también puede ocasionar una osteomelitis mandibular.
Si la infección de la pulpitis se disemina a los dientes maxilares es capaz de provocar a su vez sinusitis purulenta, inflamando las cavidades paranasales y llenándolas de pus. Induce, además, al desarrollo de meningitis, inflamando las membranas de la médula espinal y el cerebro. Y tiene la suficiente influencia para producir un absceso cerebral, una celulitis orbitaria y una trombosis de los senos cavernosos.
Por otra parte, si alcanza los dientes mandibulares puede derivar en angina de Ludwig (una infección bacteriana que compromete el piso de la boca, debajo de la lengua), en abscesos parafaríngeos, en una mediastinitis o una inflamación de la zona del tórax entre los pulmones, en pericarditis, en un empiema o en una tromboflebitis yugular.
Como vemos, la pulpitis no es un juego y desencadena problemas serios de salud si dejamos que avance y no es tratada de forma oportuna.
¿Cuáles son las principales causas de la pulpitis?
Las causas de la pulpitis son varias, pero como se ha sostenido en líneas anteriores, las caries y la deficiente higiene bucodental, constituyen los principales detonantes de esta patología. Le siguen de cerca el bruxismo, la fractura de los dientes, los traumatismos y los tratamientos dentales mal realizados.
A continuación, te exponemos en detalle cómo y por qué interfieren cada uno de ellos con la salud de la pulpa dental:
- Las caries, suponen la acumulación de bacterias en nuestra boca, que se quedan entre los dientes tras la ingesta de diversos alimentos y producen ácidos de efecto desmineralizador en el esmalte. Al acentuarse ese efecto, propio de las caries, se destruye el esmalte haciendo que las bacterias vayan a por la dentina. Y si en ese punto se sigue dejando avanzar, llegan a la pulpa y podrían incluso dañar el nervio.
- La mala higiene bucodental, favorece la formación de pequeños depósitos de placa bacteriana y está provoca irritación y aumenta los riesgos de que aparezcan caries.
- El bruxismo, se caracteriza por la erosión en las piezas dentales debido al rechinamiento de los dientes de manera inconsciente y esto hace que se rompan o se tornen más débiles perdiendo el esmalte dental y dando paso a la pulpitis.
- Los traumatismo y dientes rotos por caídas o accidentes, ocasionan la inflamación pulpar producto de un fuerte golpe, una fractura, lesión o fisura y dejan expuesta la dentina, haciéndola más propensa a peligros que atentan contra la pulpa dental.
- Los tratamientos dentales, como reconstrucciones, ortodoncia, químicos utilizados para blanqueamientos dentales y perforaciones accidentales de la cámara pulpar, irritan la pulpa y dificultan el flujo sanguíneo en algunos casos.
Tipos de pulpitis
Dependiendo de la gravedad de la infección, de los síntomas que manifieste el paciente, de cómo responda a los estímulos del calor y el frío y de qué tan dañada o inflamada esté la pulpa dental, la pulpitis se clasifica en tres tipos, que dan cuenta de los tres estadios y grados de afección en los que se registra la enfermedad y en función de los cuales el médico indica el tratamiento más conveniente.
Entre dichos tipos de pulpitis, hallamos la reversible, la irreversible y la hiperplásica y cada una tiene una serie de características que verás seguidamente:
Pulpitis reversible
Es el primer estadio de la pulpitis dental y como su nombre lo indica, en la presente fase no ha causado mayores estragos aun, pese a que la inflamación está irradiada. Se expresa a través de un dolor moderado y localizado que se siente cuando se golpea la pieza dañada o al momento de comer bebidas o alimentos fríos y calientes.
En este tipo de pulpitis, el dolor desaparece al dejar de entrar en contacto con el estímulo que lo está provocando y en algunas ocasiones, la persona que lo vive a este nivel es asintomática, lo cual hace que quien los padezca muchas veces no advierta la presencia de la patología, aumentando las probabilidades de que se intensifique y pase a la siguiente fase.
Pulpitis irreversible
Cuando existe vitalidad pulpar, pero la inflamación se ha tornado más severa y ya no hay posibilidades de recuperar la salud de la pulpa dental, se habla de una pulpitis irreversible y esta a su vez, se divide en dos tipos: la crónica y la aguda.
- La irreversible crónica, constituye una pulpitis reversible que se agravó por no ser tratada.
- La irreversible aguda, por otra parte, se presenta de forma súbita y avanza con gran rapidez. En función de lo desarrollada que esté en esta fase, expulsará el líquido que causa la inflamación o será purulenta, con pus a lo interno del diente.
En dolor en esta etapa de la enfermedad surge de manera espontánea y tarda varios minutos en desaparecer, tanto si se está frente a un estímulo o no. En este punto también es difícil localizar la pieza que genera el dolor con precisión y este último puede llegar a ser intolerable de acuerdo a la intensidad, ocasionado recurrentes molestias al dormir.
Si en dicho trance la pulpitis no es atendida, se corre el riesgo de que el nervio se necrose y el diente termine por caerse. La otra consecuencia sería que la infección comprometa las encías y origine una enfermedad periodontal.
Pulpitis hiperplásica o pólipo pulpar
Suele darse en pacientes jóvenes con caries severas y se caracteriza por el aumento del tamaño de la pulpa que se llena de caries y desborda el diente.
En esta fase el dolor aparece por el frío o el calor, al tocar el tejido pulpar con un objeto metálico.
Tratamientos indicados para trata la enfermedad
Una vez diagnosticada la pulpitis y con conocimiento de hasta dónde se extendido la infección gracias a la realización de radiografías que permiten el descartar al mismo tiempo otras complicaciones, así como tras la aplicación de pruebas físicas con estímulos para observar la respuesta del paciente ante el calor y el frío y luego de comprobar si la pulpa sigue vida mediante la aplicación de una pequeña descarga eléctrica en el diente, el dentista de seguro habrá precisado en qué estadio se encuentra la enfermedad.
Y con un diagnóstico claro, el especialista procederá a indicar el tratamiento que atienda a la particularidad de la patología manifiesta en cada persona. Por tanto, si el paciente presenta dolor, lo que en principio prescribirá de forma genérica, será antibióticos para eliminar las bacterias y a su vez, prescribirá analgésicos y antiinflamatorios para ayudar con el resto de los síntomas más molestos por los que se acude usualmente de urgencia a consulta.
En lo sucesivo, el dentista se decantará entre realizar alguno de los siguientes tratamientos para resolver el problema en la fase que corresponda:
Empaste
En casos de pulpitis reversibles en los que las caries no han alcanzado el nervio, se empezará por dejar el diente libre de caries, y luego le seguirá la aplicación de un empaste con resina, para lo cual se esteriliza la zona afectada y se rellena con el referido material que sustituirá el tejido perdido.
Tratamiento de conducto o endodoncia
Cuando se llega a una pulpitis irreversible, en la que aun es posible conservar el diente, se recurre a un tratamiento de conducto o endodoncia, en el que se extirpa la pulpa infectada para frenar su progreso y una vez eliminado el tejido comprometido, se rellena y pule el diente.
Pulpotomía
Es la solución a la pulpitis o la endodoncia que se aplica en niños, que por caries, mala higiene dental o traumatismos han visto afectada la pulpa de sus dientes de leche.
Extracción
Es el último recurso que utiliza todo especialista cuando la pulpa ha muerto, es decir, cuando ya no tiene acceso a nutrientes, ni flujo de sangre y el diente ya no puede salvarse. En esos casos la pieza debe ser retirada para evitar otras complicaciones y molestias.
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