Es razonable que cuando se acude al dentista por una extracción dental se experimente cierto temor. Después de todo, se trata de una cirugía que, aunque algunos catalogan como “sencilla”, podría salir mal si no se pone en manos de un profesional de confianza y con experiencia. Además, se han de tener en cuenta ciertos cuidados pre y postoperatorios y diversas valoraciones médicas previas, como verificar que el paciente no sea alérgico a la anestesia y que no haya consumido alcohol horas antes de la intervención, a fin de evitar complicaciones que pongan en riesgo su vida.

También es imprescindible comunicar oportunamente si se está tomando alguna medicación adicional que pueda interferir con el proceso de coagulación o alterar los niveles de tensión arterial durante el procedimiento. Se recomienda, a su vez, dormir suficiente la noche previa a la operación, comer alimentos livianos que no sobrecarguen el organismo y tomar antibióticos bajo prescripción facultativa para que las bacterias que estén en la boca no lleguen al torrente sanguíneo.

Desde los daños producidos por una caries avanzada hasta la necesidad de liberar espacio para alinear dientes apiñados o las molestias ocasionadas por las muelas del juicio, son causas comunes por las que se recurre a una exodoncia. El problema está, cuando tras realizar la extracción de una de esas piezas, no se forma el coágulo de sangre que debe cubrir el hueco que ha quedado vacío y queda expuesto a la colonización de bacterias, potenciado la aparición de infecciones y daño en el tejido y en el hueso.

Si tras días del retiro de una muela o diente afectado sientes un dolor agudo persistente en la zona de la extracción, pierdes el coagulo sanguíneo que debería cubrir la herida, se te irradia el dolor al lateral de la cara, te da fiebre, tienes un mal sabor en la boca o se te inflaman los ganglios bajo la mandíbula y el cuello, visita al dentista lo más pronto posible, porque dichos síntomas son claros indicadores de una alveolitis.

 

¿Qué es la alveolitis?

La alveolitis también conocida como osteítis alveolar es una enfermedad dolorosa, reversible y localizada que se caracteriza por la inflamación del alvéolo o hueso dental que queda expuesto ante la ausencia o pérdida del coágulo de sangre que debe formarse tras la extracción de una pieza dental infectada o dañada, aunque suele ser más habitual en casos de procedimientos quirúrgicos que involucran terceros molares.

El coágulo sanguíneo es parte importante de las primeras fases de cicatrización de las intervenciones de esta naturaleza y cumple una función que va más allá de llenar la cavidad dental vacía, pues protege el hueso y las terminaciones nerviosas. Además, proporciona la base para un nuevo hueso y para el crecimiento del nuevo tejido blando que tendrá lugar sobre el coágulo.

Si el hueso y los nervios quedan desprovistos de esa masa gelatinosa de sangre que se configura cuando las plaquetas, las proteínas y las células se pegan entre sí, se produce un dolor intenso que no solo afecta la cavidad oral, sino también los nervios presentes en el costado del rostro.

En caso de una extracción sana, en donde todo marcha bien con la cicatrización, por lo general, surge una capa blanca que funge como tapón y a medida que el proceso de curación va avanzando esa fibrina es reemplazada por la encía y adquiere un color rosado como el resto de los tejidos de la zona adyacente.

De acuerdo con diversos estudios en el área, las personas más propensas a sufrir de esta complicación son los fumadores habituales, que hacen caso omiso a las recomendaciones del médico y al no ser capaces de abstenerse, fuman durante las 72 horas posteriores a la cirugía, cuando las instrucciones postoperatorias son claras y desaconsejan de sobremanera hacerlo por los nocivos efectos de las toxinas del cigarrillo y el tabaco que entorpecen la curación.

¿Cuáles son las principales causas de la alveolitis?

Pese a que no existe una causa única y definida que justifique la aparición de la alveolitis, y a que puede presentarse en cualquier paciente que se someta a una a exodoncia, si se han precisado diversos factores de riesgo concretos que desencadenan la enfermedad y aumentan las probabilidades de padecerla.

La inmunodepresión, el aporte vascular disminuido al hueso, traumatismos, infecciones, anestesia local en exceso, el tabaquismo, una deficiente higiene bucal, enfermedades sistémicas y extracción de dientes con problemas periodontales agudos, destacan entre los hábitos y condiciones que interfieren con la adecuada cicatrización de la herida.

A continuación, te explicamos en detalle cómo inciden cada uno de ellos en el surgimiento de la afección y por qué representan una potencial amenaza.

Deficiente higiene bucodental

No llevar a cabo el cepillado después de cada comida, prescindir del hilo dental o dejar de lado el uso los enjuagues bucales, permite que los restos de alimentos se inserten en el hueso dental, haciendo que se contamine o infecte por la proliferación de las bacterias.

Consumo de tabaco y cigarrillos 

El tabaco constriñe los vasos sanguíneos y minimiza el flujo de sangre que llega al alveolo. Tiene componentes que retardan e impiden la cicatrización, por lo cual está completamente desaconsejado su consumo después cualquier extracción, ya que fumar bajo estas condiciones suele provocar, además, el desplazamiento prematuro del coágulo.

Anticonceptivos

Los anticonceptivos orales contienen estrógenos que alteran la cicatrización y ocasionan la alveolitis seca.

Enfermedades periodontales

La gingivitis y la periodontitis hacen que las encías sangren y estén más sensibles, vulnerables e irritadas y al realizarse una exodoncia con esos problemas de base es común que surjan complicaciones asociadas al cierre natural de la herida, debido a que se está trabajando con un tejido gingival enfermo.

Traumatismo durante la exodoncia

Si el cirujano o dentista ejerce una fuerza excesiva o aplica una técnica quirúrgica poco delicada al momento de extraer una pieza dental, dicha intervención surtirá un impacto negativo en el proceso de recuperación posoperatorio. De allí, la importancia de la habilidad manual que tenga el experto para no generar ningún trauma.

Genética

Se ha comprobado que ciertos factores genéticos también tienen un papel decisivo e intervienen en el desarrollo de la alveolitis.

 

Tipos de alveolitis

En función de los síntomas característicos de la infección, la alveolitis se clasifica en dos tipos: alveolitis seca y alveolitis húmeda.

Alveolitis dental seca

Destaca por la ausencia del coágulo de sangre que no llegó a desarrollarse como debía y dejó al alvéolo desprovisto de protección. En esta variante, gracias a que la cavidad ha quedado completamente vacía, se aprecia con claridad el hueso alveolar.

Alveolitis dental húmeda

A diferencia de la seca, en esta manifestación de la enfermedad si alcanzó a formarse el coágulo, pero el tejido de la zona donde se realizó la extracción se torna sangrante y oscura.

Por lo general, el coágulo presente en este caso se rompe debido a la acción de agente externos como el tabaco, que está contraindicado tras cualquier cirugía dental o por los efectos de la acumulación de alimentos en la herida.

 

Tratamientos más comunes 

Si bien la alveolitis es una es una emergencia molesta y dolorosa, es una patología bucodental relativamente fácil de tratar, a pesar de que la verdadera clave para no tener inconvenientes con ella, está en la prevención y en los cuidados de la herida. Si presentas fiebre, dolor intenso y pérdida parcial del coágulo, lo más probable es que inicialmente el dentista te prescriba antibióticos y antiinflamatorios. Los antibióticos orales servirán para combatir una posible infección y los antinflamatorios ayudarán a reducir el dolor y la inflamación.

En simultáneo y una vez en consulta con el paciente, el especialista procederá a realizar una limpieza de la herida con suero salino o clorhexidina para higienizar la zona y eliminar los restos de comida que se hayan alojado en la cavidad. Uno de los mejores tratamientos que de seguro y sin duda indicará el dentista cuando el alvéolo esté infectado y, que, de ser necesario, recomendará cada dos o tres días a fin de llevar a cabo una limpieza exhaustiva y controlada.

También será importante seguir las recomendaciones del dentista acerca de llevar una alimentación blanda, rica en líquidos y libre de semillas o partículas pequeñas que corran el riesgo quedarse incrustadas en la herida. Además, debe de evitarse a toda costa la ingesta de picantes u otros alimentos que causen irritación en el hueso dental.

Tras la aplicación de todos estos métodos y medidas, el ciclo de curación de la afección debería completarse entre 10 y 15 días. Del día 2 al 10 es probable que la persona siga experimentando dolor, del día 10 al día 15 ya se habrá creado el tejido y comenzará a normalizarse y del día 15 en adelante debería haber cesado cualquier síntoma de dolor.

 

 Acciones para prevenir la alveolitis

La alveolitis es la complicación más frecuente que se deriva de las extracciones dentales, sin embargo, en la mayoría de los casos la emergencia de esta afección se puede prevenir si se es sincero con la información que se le suministras al dentista previo a la intervención y si se siguen al pie de la letra sus indicaciones pre y postoperatoria en términos de higiene, alimentación y hábitos de descanso que favorecerán o retrasarán la recuperación, según lo decida el paciente.

En tal sentido, te recordamos algunas medidas que te serán de utilidad para no contaminar la herida, reducir las probabilidades de interferir con la cicatrización o perder el coágulo y evitar el mal rato ocasionado por un dolor sostenido. Por ello, bajo estas circunstancias:

– No debes enjuagarte la boca durante las primeras 24 horas post extracción.

– Evita las actividades o ejercicios de alto impacto y guarda el debido reposo para estimular la relajación muscular y el reajuste de los tejidos.

– Bebe mucho líquido y no uses pitillos para el consumo de ninguna bebida.

– No fumes, ni consumas alcohol antes, durante o después de la operación.

– Si cepillas tus dientes, hazlo con sumo cuidado, para no tocar la herida.

– Consume alimentos blandos.

– Evita la ingesta de cafeína o líquidos muy calientes o muy fríos.

– No faltes a los controles programados con el dentista para que el experto le dé seguimiento a la evolución de tu caso.

 Y, en síntesis, no pongas tu salud en manos de cualquier persona.

En Lixdent contamos con los mejores y más acreditados dentistas, cirujanos y periodoncistas de toda España, que te realizarán extracciones dentales seguras, no sin antes evaluar tu estado de salud y estudiar la verdadera pertinencia de dicha intervención, además de ayudarte a resolver las más comunes complicaciones que podrían presentarse tras una exodoncia y asesorarte sobre las precauciones a tomar antes, durante y después del procedimiento.

Consulta el listado de clínicas por ciudades que hemos elaborado para ti y elige la más cercana a tu lugar de residencia o de trabajo y, por supuesto, la que más se ajuste a tu presupuesto. Recuerda que el arma más poderosa contra cualquier patología dental es la prevención. Obtén un diagnóstico precoz.

 

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