¿Tienes sensibilidad dental? ¿Desgaste en el esmalte? ¿Dientes partidos, agrietados o flojos? ¿Te cuesta conciliar el sueño por las noches? ¿Te duelen los músculos de la mandíbula? ¿Sientes tensión en el rostro y no sabes a qué se debe? ¿Padeces de constantes dolores de cabeza, cuello u oído? El bruxismo quizás está detrás de todas esas interrogantes. Debes estar atento a estos síntomas para atacarlo a tiempo, ya que por lo general es una afección que al principio suele pasar desapercibida.

Tanto niños como adultos pueden padecerlo. En los niños, de hecho, es más común, pero por la edad tiene motivos más justificados. Algunos doctores lo atribuyen a parte del desarrollo natural de la dentición que estimula la musculatura ósea de los huesos de la cara y tiende a desaparecer con el crecimiento. En los adultos, por el contrario, el bruxismo no cumple ninguna función y es un asunto de cuidado que acarrea múltiples complicaciones de acuerdo a la frecuencia e intensidad con la que se presente.

No existe un consenso único y tajante sobre lo que detona el bruxismo, pese a ello se hace referencia al estrés y a la ansiedad como las principales causas que desencadenan esta dolencia cuando se está despierto. El rechinamiento de los dientes por la noche, entre tanto, lo adjudican más a trastornos del sueño, aunque hay otros factores que tendrían cierta incidencia en el proceso.

En todo caso, será a través de una revisión y evaluación de tu dentadura durante la consulta de rutina con el dentista que se determinará si estás transitando o no por las fases de este padecimiento que se evidencia en el desgaste dental. De allí el experto te indicará el tratamiento apropiado para frenar los daños.

 

¿Qué es el bruxismo?

El bruxismo es una enfermedad silenciosa porque empieza de a poco y no se es consciente de ella hasta que ha causado al menos un pequeño desgaste dental. Se caracteriza por rechinar, apretar o crujir los dientes de manera involuntaria durante el día o la noche. A menudo el afectado no se percata por sí solo de este trastorno. Es un familiar o pareja la que nota el problema con mayor certeza al escuchar de primera mano el ruido que hace su acompañante mientras duerme, el cual, según lo avanzado del hábito, puede llegar a ser un tanto molesto.

Si no se acude con regularidad al dentista, para que el experto determine que se trata de bruxismo debe hacer un exhaustivo diagnóstico diferencial e incluso, en algunos casos para hacerlo más confiable se realizan mediciones electromiográficas, que captan las señales eléctricas de los músculos que se utilizan para masticar. Esto debido a que el daño se puede confundir con erosión o abrasión dental al cepillarse los dientes de manera inadecuada o con la ingesta de alimentos ácidos o duros, que causan al inicio patrones similares.

Pese a que este tipo de parafunción en su manifestación nocturna, también conocida como bruxismo del sueño, es la más común, estudiada y difícil de controlar si no se precisa su existencia, el experimentar bruxismo diurno o de vigilia, aumenta las probabilidades de que aparezca con más seguridad por la noche.

Según un informe elaborado por expertos del Hospital Ruber Dental de Madrid, el bruxismo es una patología que afecta al 70% de la población española y durante la pandemia del covid-19 fue uno de los problemas de salud que se vio incrementado junto con la ansiedad, los desórdenes del sueño y la depresión.

 

Grados de bruxismo

En función de la gravedad del problema o magnitud de la afectación se establecen y podemos identificar diversos niveles de bruxismo, que van desde el grado I hasta el grado III. En el grado I, el hábito se presenta de una manera incipiente, es más leve y menos agresivo. Se registra de manera ocasional, está en un estadio reversible y desaparece espontáneamente cuando se hace consciente por el sujeto. No tiene relación con la ansiedad y suele estar condicionado por otros factores locales del interior de la boca, que al ser detectados oportunamente son eliminables.

En el grado II, ya se habla de un hábito establecido, y aunque sigue siendo reversible, se pone de manifiesto la ansiedad y empiezan a evidenciarse las lesiones las estructuras dentofaciales que demandan de un tratamiento especializado para frenar su avance y evitar que escale al próximo nivel.

Ahora, de llegar al grado III, el bruxismo será realmente serio o de hábito arraigado, por lo que el rechinamiento se producirá de forma excesiva y en cualquier ámbito. Pese a la consciencia de la persona que lo padece, las lesiones en este estadio ya se considerarán daños de carácter irreversible y requerirán de tratamientos más complejos.

En este punto existe una alta probabilidad de que el manejo de los resultados sean insatisfactorios, por ello se requerirá de mayor atención y dedicación por parte del dentista a la hora de implementar las técnicas correctivas o de contención.

En los casos más graves de la enfermedad puede provocar incluso, artritis de las articulaciones tempromandibulares.

 

Tipos de bruxismo

De acuerdo con la forma de rechinar los dientes, las piezas y zonas comprometidas, el bruxismo se clasifica en céntrico y excéntrico.

  • El céntrico o de apretamiento, se caracteriza por crear cúspides invertidas y dañar el cuello de los dientes provocando pérdida del tejido de los mismos debido a la microfractura del esmalte por la tensión y compresión de una fuerza oclusal exagerada, es decir, cuando se ejerce una presión excesiva al juntar ambos maxilares.

En este caso, es común experimentar dolores de cabeza y los premolares son las piezas que se ven más perjudicadas por la inclinación de sus coronas.

  • El excéntrico, por otra parte, conlleva frotamiento y daña el borde incisal y oclusal de los dientes, lo cual ocasiona el desgaste de la cara de masticación haciendo que la pieza dental quede plana. Los incisivos son los que se llevan la peor parte en el desarrollo de este hábito.

Una persona con bruxismo es capaz experimentar ambas variantes en simultáneo.

 

Factores que favorecen la aparición del bruxismo

Pese a que las causas del bruxismo aún no están del todo claras y a quedan muchas investigaciones y descubrimientos por hacer en este ámbito. Hasta el momento se han precisado ciertos factores, que, si bien no son 100% responsables del bruxismo, si tienden a estar presentes y a ejercer una influencia durante su activación y desarrollo.

Dicha serie de pistas nos permiten deducir que esta actividad neuromuscular es una combinación de factores físicos, psicológicos y genéticos, en la que también intervienen agentes externos. Por ello, desglosaremos a continuación los que tienen una mayor incidencia:

Estímulos de origen psicosocial

El estrés, la ansiedad, la ira, las emociones mal canalizadas, la tensión, la presión y la frustración se expresan de distintas formas en nuestro organismo y el apretar o rechinar los dientes de manera inconsciente es una de ellas. Se ha comprobado que el estar sometidos a situaciones prolongadas de estrés tiene una relación directa con las probabilidades de sufrir esta patología.

Los estudios en el área indican que la actividad cerebral y la frecuencia cardíaca aumentan antes de un episodio de bruxismo, lo que sugiere que el sistema nervioso central juega un papel importante.

Trastornos del movimiento relacionados con el sueño

Quienes rechinan los dientes por la noche, por lo general, experimentan cambios en los patrones del sueño y recurrente micodespertares, además de roncar y desarrollar o tener principios de interrupciones respiratorias mientras duermen.

Maloclusiones o ausencia de dientes

Una mala mordida hace que los dientes no se unan bien al cerrar la mandíbula. De igual forma, la ausencia de piezas dentales o el apiñamiento maximiza las oclusiones severas entre ambos maxilares.

Efectos secundarios de ciertos medicamentos

Algunos medicamentos como los antidepresivos, los antipsicóticos y las anfetaminas generan efectos secundarios entre los cuales se encuentran el bruxismo.

Afecciones neurológicas y hábitos nocivos

Patologías degenerativas que provocan el deterioro de las células nerviosas del cerebro como la enfermedad de Huntington y el Parkinson que afecta el sistema nervioso central, también ocasionan cierres bruscos de la boca por la pérdida del control de los movimientos, la rigidez y los espasmos llegan a la mandíbula.

Asimismo, hábitos nocivos como el consumo de alcohol, la cafeína, el cigarrillo y el tabaquismo tienen una cuota importante en la aparición de parafunción mandibular persistente.

Todo ello hace que el tratamiento para frenar el bruxismo deba ser multidisciplinar.

 

¿Cómo se trata el bruxismo?

En primer lugar, es pertinente que sepas que el bruxismo no tiene una cura rápida y específica. Solo existen algunas formas de minimizar su impacto, reducir su frecuencia y aliviar los síntomas que ocasiona el padecimiento. Pero para que ese tratamiento correctivo sea efectivo lo más importante que debe hacer un dentista es identificar la causa del trastorno del paciente o el problema de base en la salud que lo esté detonando, ya que de resolverse este quizás no necesite mayores intervenciones. Además, a partir de allí las medidas que indique tendrán un efecto más duradero y contundente.

El tipo de tratamiento que se aplique, bajo cualquier circunstancia, dependerá del estadio en el que se encuentre la enfermedad e incluyen desde la prescripción de medicamentos hasta fisioterapia, férulas de descarga y rehabilitación oclusal. También son consideradas opciones viables los alineadores dentales transparentes, dispositivos de avance mandibular y la ortodoncia para mejorar un mal posicionamiento dental, debido a que estos dispositivos ejercen presión en los dientes hacia la dirección deseada.

En casos severos, de desgaste de piezas dentales o afectaciones en la articulación temporomandibular, podría ser necesario realizar una artroscopia de descarga, que supone una cirugía mínimamente invasiva en la que permite visualizar la articulación de manera completa.

A continuación, te describiremos un poco en qué situaciones es más recomendado cada tratamiento y las funciones que cumplen ante la parafunción mandibular.

  • Fármacos: son indicados en pacientes con apretamiento ocasional y tienen el objetivo de inducir la relajación muscular al actuar sobre el sistema nervioso central.
  • Fisoterapia: se aplica cuando la afectación muscular es evidente y provoca dolor y contractura en los músculos de masticación. En dolores de la articulación temporomandibular también es de utilidad.
  • Férula o guarda oclusal: sirve para proteger el esmalte y suavizar la presión que ejerce la mandíbula contra los dientes, especialmente durante la noche, aunque también se usan por el día. Es el tratamiento más habitual y pueden fabricarse a medida o comprarse.
  • Alineadores transparentes: al ser casi imperceptibles son prácticos y amortiguan el choque o el daño que causa el rechinamiento de los dientes. Cumple una función similar a la de las férulas de descarga.
  • Dispositivos de avance mandibular: Estabilizan la boca y la mandíbula para evitar el apretamiento dental.
  • Rehabilitación oclusal: es la solución ante la pérdida de la dimensión vertical de los dientes por el desgaste. Implica la recuperación de la recuperación de la estructura a través de prótesis. Así se restauran los dientes y ajusta la posición de la mandíbula respeto la maxilar.

Consejos para prevenir el bruxismo

A fin de bajar los niveles de estrés, el especialista seguramente te sugerirá que evalúes el ritmo de vida que llevas para que introduzcas cambios en tus hábitos. En tal sentido, empieza por darte tiempo para desconectar y procura:

– Dormir suficiente, al menos 8 horas diarias.

– Haz ejercicio o práctica alguna actividad física, el yoga es una excelente opción.

– Relájate horas previas antes de acostarte.

– Toma un baño caliente por la noche.

– Lee un libro

– Pon música relajante antes de irte a dormir

– Reduce el contacto con la tecnología horas previas al momento de descanso

– Evita las bebidas con cafeína

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