Anodoncia

Todos los dientes que erupcionan en el maxilar superior e inferior son indispensables para el proceso de masticación. Un adulto sano debería contar con 32 piezas dentales incluyendo las cordales. Mientras que, en los niños, lo normal es que se desarrollen unos 20 dientes. A simple vista pueden parecer demasiadas piezas, pero lo cierto es que, todas tienen una determinada función. La ausencia parcial o total de los dientes, mejor conocida como anodoncia, acarrea múltiples complicaciones.

Pérdida de la estructura ósea, dolores en la articulación, hundimiento labial, ensanchamiento de la boca y problemas de fonación. Así como mal posicionamientos dentales, inclinación o rotación de piezas adyacentes y dificultades para triturar los alimentos. Son parte de las consecuencias más graves que se presentan ante la falta de dientes o ante su inexistente desarrollo. Una serie de anomalías que no siempre guardan una relación directa con el cuidado bucal.

Por tanto, si atraviesas por un trastorno como este no debes sentirte avergonzado. Existen diversos tratamientos para devolverle la funcionalidad a la boca. Lo más importante es el diagnóstico temprano.

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¿En qué consiste la anodoncia?

Anodoncia

La anodoncia es un tipo agenesia dental, una enfermedad congénita que se caracteriza por la ausencia total de dientes. Se manifiesta con mayor frecuencia en la dentición de leche, aunque también puede presentarse en la dentición definitiva. A diferencia de otras patologías bucodentales en las que las piezas se encuentran retenidas. En la anodoncia nunca llega a concretarse la formación de los dientes. Por ello, no debe confundirse con los efectos de un traumatismo.

Se estima que cerca de un 3% de la población sufre de esta alteración. Por lo que se considera una de las enfermedades dentales más raras del mundo. En principio puede verse como un retraso en la erupción de los dientes temporales o definitivos. Pero con el tiempo y la inexistente aparición de las piezas correspondientes, es posible confirmar su diagnóstico.

Si entre los 6 y 10 meses de vida un niño no tiene al menos un diente de leche. O si a los 10 años no se han desarrollado buena parte de sus piezas permanentes. Lo más recomendable será llevarlo con el dentista para una revisión exhaustiva. Por lo general, a los 2 años y medio, la mayoría de los niños cuentan sus dientes temporales. Para luego dar inicio a la erupción de las piezas definitivas con la caída de la primera pieza de leche entre los 5 y 6 años de vida.

Un proceso de recambio dental que se concreta alrededor de los 12 y 13 años de edad, cuando un alto porcentaje de niños posee todos sus dientes permanentes. A excepción de las cordales que empiezan a erupcionar a los 17 años y que en algunos casos salen incompletas o no se desarrollan. Sin embargo, se trata de edades estimadas y el hecho de que todas las fases de dentición de un niño no coincidan con estas referencias. No significa que necesariamente tenga una alteración.

Quizás y en efecto solo existe falta de espacio, un retraso sin importancia o una obstrucción física. Por ello, lo más recomendable es que los padres lleven a sus hijos al odontopediatra antes de cumplir el año. De este modo, podrán verificar que todo marcha bien con su formación dental y al mismo tiempo descartar cualquier anomalía. Un diagnóstico que de seguro pasará por la evaluación física y el apoyo de imágenes de rayos X.

¿Por qué se presenta esta patología?

Las causas de la anodoncia aún no se han definido con exactitud. Sin embargo, al ser una alteración congénita se ha comprobado que está estrechamente relacionada con la genética y con complicaciones registradas durante la gestación. Es decir, que se trata de una condición que ya estaba presente en la persona antes de su nacimiento.

En tal sentido, podemos precisar algunos de los principales factores de riesgo que conducen o podrían desencadenar la manifestación de esta enfermedad:

Factores genéticos

Si eres padre o madre y padeces de anodoncia. Existe una alta probabilidad de que tus hijos o sus futuros descendientes también desarrollen este trastorno. Aunque, como ocurre con otras condiciones genéticas, no siempre se presenta de manera lineal. Puede que se salte una o dos generaciones y luego aparezca de nuevo la anomalía. Pero al contar con una predisposición de este tipo, se corre un mayor riesgo de experimentarla.

De igual forma, otra irregularidad de orden genético que contribuye con la aparición de esta enfermedad, es la displasia ectodérmica. Una patología hereditaria que se caracteriza por generar malformaciones en la piel y alteraciones en el pelo y las glándulas sudoríparas. Provocando alopecia, ausencia de uñas y, por supuesto, interrumpiendo el proceso de desarrollo de los dientes.

Alteraciones del desarrollo embrionario

La odontogenesis o el principio de la formación de los dientes de leche. Se da a partir de la octava semana de vida intrauterina con la emergencia de los gérmenes dentarios. Por ello, las deficiencias nutricionales y las infecciones que contraiga la madre durante este periodo tendrán consecuencias directas sobre el feto. En especial, en la cavidad oral del infante, que podría experimentar un nulo desarrollo de la dentición temporal.

En ese orden, algunos de los déficit e infecciones que podrían inducir la anodoncia desde el embarazo son:

Tuberculosis

Esta enfermedad bacteriana ataca principalmente a los pulmones. Sin embargo, sus efectos suelen comprometer el bienestar y el funcionamiento de otros órganos. Contraer el bacilo de Koch durante la gestación y no recibir el tratamiento oportuno es especialmente riesgoso para la vida del feto. Y aparte de aumentar las probabilidades de parto prematuro, de crecimiento intrauterino retardado y de recién nacidos con bajo peso. Es una de las principales causas de anodoncia en niños.

Rubéola

La rubéola es una infección viral que se trasmite por partículas de saliva que quedan suspendidas en el aire, cuando una persona contagiada tose o estornuda. Sus síntomas más evidentes son fiebre, manchas rojas en la piel y ganglios inflamados. Las embarazadas a que les da rubéola son más propensas a sufrir un aborto espontáneo. Mientras que sus bebés pueden venir al mundo con defectos graves, entre los que destaca la nula formación de dientes, problemas cardíacos y sordera.

Raquitismo

La deficiencia de vitamina D, calcio y fósforo reblandece y debilita los huesos. Pero además tiene un impacto negativo en la formación de los dientes. Solo el 96% del esmalte está compuesto por hidroxiapatita, un biocristal natural formado a base de calcio, fósforo e hidrógeno. Así que un déficit de estos minerales durante el embarazo claramente comprometerá el germen dentario y empobrecerá la mineralización de la dentina.

Aunado a ello, puede dar paso a abscesos dentales sin causa aparente y aumenta el riesgo de caries. Sin embargo, en términos puntuales incide en el padecimiento de la anodoncia por la calcificación defectuosa de las estructuras mineralizadas.

Trastornos recesivos

El síndrome de Down y el síndrome de Kallman son otras dos enfermedades que predisponen a las personas a sufrir de anodoncia. Quienes tienen un cromosoma extra se caracterizan por presentar un desarrollo dental bastante irregular. De hecho, en la mayoría de los casos suelen tener maloclusiones como la mordida abierta y la mordida cruzada. Además de padecer de periodontitis antes de 35 años.

Tratamientos

Anodoncia

Ante los casos de anodoncia no son muchos los tratamientos a los que se puede recurrir. A diferencia de la hipodoncia y de la oligodoncia, en las que faltan de 1 a 6 piezas dentales o más de 7 coronas, respectivamente. En la anodoncia existe una ausencia total de dientes. Así que una vez el odontólogo confirma la afección mediante radiografías. Las únicas soluciones que existen, de momento, son los implantes dentales y las prótesis.

Dichos dispositivos ayudan a devolverle la funcionalidad a la boca de estos pacientes y en el proceso participan diversos especialistas. Como odontopediatras, ortodoncistas, protésicos, cirujanos, rehabilitadores, psicólogos y terapeutas. Todos, en conjunto, aúnan esfuerzos para que la persona se inserte en la vida cotidianidad y recupere su autoestima.

Los implantes oseointegrados, en particular, resultan sumamente favorables en diagnósticos tempranos. Debido a que permiten prevenir la atrofia ósea y la falta de crecimiento de los maxilares.

No descuides tu salud bucal, ni la de tus hijos. Ponte en contacto con los especialistas frente a las primeras sospechas de cualquier anomalía.

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